El creador del Trastorno por Déficit de Atención confiesa que lo creó para vender pastillas
Leon
Eisenberg, el famoso psiquiatra estadounidense que descubrió el llamado
trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), aseguró siete
meses antes de fallecer en 2009 que es “una enfermedad pseudo ficticia“,
según el semanario alemán Der Spiegel, que ha recogido esta frase del
prestigioso facultativo.
Desde
los años 30 la medicina intenta explicar este transtorno. En aquella
época los médicos diagnosticaban a los niños nerviosos síndrome
posencefálico, aunque no hubieran tenido encefalitis.
Eisenberg,
en los 60, retomó la investigación sobre este trastorno. Su mayor logro
fue conseguir que se extendiera la idea de que el TDAH tiene causas
genéticas. Ello lleva a que desaparezca el sentimiento de culpa de los
padres al pensar que los niños nacen de ese determinado modo, lo que
provoca que sea menos cuestionable el tratamiento con medicamentos.
En
febrero de 2009 confesó que los psiquiatras deberían buscar las razones
psicosociales que llevan a determinadas conductas, un proceso mucho más
largo que “prescribir una pastilla contra el TDAH”, aseguró Eisenberg.
Mientras
tanto, millones de niños en el mundo sufren las consecuencias de haber
sido medicados contra una enfermedad que no tenían, siendo domados y
sufriendo la muerte de su “yo enérgico” para terminar siendo uno más que
saca buenas notas y no alborota demasiado.
Diagnósticos fraudulentos de trastornos mentales en niños
Es
tremendamente triste que se haya jugado con la salud de millones de
niños, pero eso es lo que pasa por confiar en la honorabilidad de los
sistemas humanos.
La psiquiatría, la medicina y cualquier tipo de ciencia obedece a los intereses de quienes la financian. No hay más.
Espero que podamos aprender de esto para no sufrir las consecuencias.
Una
alimentación saludable, a ser posible con la menor carne posible,
ejercicio, positividad, mas contacto con la naturaleza, huir de la
desnaturalización total y algo de espiritualidad, son la mejor receta
para no necesitar ir al médico.
Alfonso
Pastora, miembro de la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos de
España, realizó un extenso informe sobre el “déficit de atención” y la
administración de drogas peligrosas a niños
Proliferación de los psicofármacos en las escuelas
En un
pasado no muy lejano, al niño que no prestaba atención en clase, que no
se estaba quieto, o que tenía problemas para aprender, se le corregía
utilizando disciplina o dándole más trabajo, y los profesores se
arremangaban para averiguar cuál era la dificultad que el niño tenía con
sus estudios. Al final, incluso los niños más problemáticos, que eran
una minoría, mejoraban. En general, los padres y profesores tenían
paciencia. Reconocían lo que era el comportamiento normal de un niño y
no se preocupaban innecesariamente.
Sin
embargo, si uno tuviera que creer a los psiquiatras de hoy en día, la
conducta más normal en un niño, resultaría ser uno o más de los
múltiples “trastornos” mentales. Y, desafortunadamente, eso es lo que
creen muchos de nuestros profesores, ya que cada vez se envían más niños
a los psiquiatras para que les den “tratamiento”.
La
tendencia actual ha llevado a que algunos observadores se pregunten si
los días en que los profesores y directores de las escuelas eran
verdaderamente responsables de la educación y el cuidado de los niños,
quedan ya lejanos. Ahora en cambio, los problemas del aprendizaje (como
la incapacidad para comprender las matemáticas) se han clasificado como
enfermedades mentales. Los psiquiatras aseguran que casi todo niño que
no sea tranquilo, callado, estudioso, tenga un comportamiento perfecto y
obtenga buenos resultados académicos debe de tener un “desequilibrio
químico” en el cerebro. El “tratamiento” es tan sencillo como homogéneo:
darles psicofármacos.
Sólo
hay un problema con esta teoría, y en este caso no hace falta más: es
falsa. Nunca se ha podido demostrar o respaldar científicamente. La
teoría sobre “el desequilibrio químico” aparenta ser un “hecho” porque
se presenta por la “autoridad”. Eso puede parecer inverosímil, si
consideramos que millones de niños, incluso bebés de 18 meses, ya están
tomando anfetaminas, antidepresivos y otras drogas psicotrópicas que
alteran la mente.
El
Dr. Fred A. Baughman Jr., neurólogo infantil y miembro de la Academia
Americana de Neurología, que ha expresado por todo el mundo su postura
en contra de la administración de drogas a los niños, afirmó: “No existe
un sólo ‘trastorno de comportamiento’ que se haya podido comprobar que
sea una enfermedad o algo orgánico o biológico”.
El
“trastorno” que se diagnostica a los niños con más frecuencia, es el
Trastorno de Atención Deficitaria por Hiperactividad (ADHD). Baughman se
dio cuenta de que en un informe publicado durante la Conferencia del
Instituto Nacional de Consenso para la Salud sobre el ADHD, que tuvo
lugar entre el 16 y 18 de noviembre, se admitía que el ADHD no existe:
“No tenemos ningún test válido independiente para poder diagnósticar el
ADHD, y no existe ninguna evidencia que indique que el ADHD está causado
por una disfunción cerebral”.
De la
misma forma, Baughman indicó que tampoco existe ningún test válido para
los otros dos “trastornos del comportamiento” que se diagnostican con
frecuencia.
Los
expertos afirman que estos trastornos son un fraude, y que cualquier
diagnóstico que desemboque en la administración de peligrosos
psicofármacos a un niño, no es sólo fraudulento, sino que también es un
delito.
Aumento de las drogas.
No
sólo se está extendiendo la administración de psicofármacos con receta
médica, sino que una verdadera invasión de estas drogas prolifera. Los
psicofármacos se consumen porque se están “popularizando” a propósito, a
través de la publicidad y programas de marketing de la industria
psiquiátrica.
Recientemente,
el presidente del Plan Nacional de Drogas denunció que las intensas
campañas comerciales de estas drogas psicotrópicas están ocasionando
grandes daños, debido al enorme abuso de las recetas de psicofármacos
para niños y adolescentes.
Estos
psicofármacos no sólo alteran la química del niño, los sentidos y su
punto de vista, sino que tienen efectos secundarios, a veces severos. En
algunos casos, los efectos secundarios se diagnostican erróneamente
como otro “trastorno mental” por lo que una vez más se les administra
otro psicofármaco. En otros casos, se reconocen los efectos secundarios,
pero se “equilibran” con otro fármaco. Es frecuente que a algunos niños
se les receten dos, tres o más drogas psicotrópicas a la vez.
Los
casos de violencia infantil en España, recientemente dados a conocer por
los medios de información, también tienen una cosa en común: los
psicofármacos.
Pero la violencia está lejos de ser el único motivo de preocupación debido al incremento del uso de psicofármacos en niños.
Las
drogas más usadas, los estimulantes, se han recetado a un gran número de
niños en edad escolar en Estados Unidos desde donde la tendencia a
utilizar dichos psicofármacos se ha extendido a otros países.
A
pesar de eso, los investigadores americanos están encontrando pruebas
irrefutables de que los estimulantes como la Ritalina (el que hace más
tiempo que se utiliza) no sólo desacreditan cualquier eficacia de un
“tratamiento” basado en estos estimulantes, sino que conlleva
preocupantes conclusiones sobre sus efectos fisiológicos.
Esa
evidencia incluye un informe publicado en el ejemplar del 22 de agosto
de 2001, de la Revista de la Asociación Médica Americana, sobre el
estudio dirigido por la Dra. Nora Volkow. La Dra. Volkow comenta que: “A
los investigadores nos sorprendió muchísimo encontrar pruebas
concluyentes de que la Ritalina es más potente que la cocaína. No nos lo
esperábamos… Los datos muestran claramente que la noción de que la
Ritalina es un estimulante débil es totalmente incorrecta”. Los
investigadores admitieron que se desconocen los efectos a largo plazo de
los cambios químicos en el cerebro, causado por el metilfenidato (el
nombre químico de Ritalina) a pesar de que desde hace varias décadas se
administra esta droga a los niños.
Desde
hace algún tiempo ya existían indicios de que el consumo de
estimulantes encogía el cerebro, pero según se describe en un informe
publicado en el Doctors for Disaster Preparedness Newletter del mes de
septiembre de 2001: “Hasta ahora no se habían investigado, de manera
sistemática, los posibles efectos (del tratamiento estimulante) en el
desarrollo del cerebro. Un estudio publicado por la Universidad de
Buffalo en Nueva York en noviembre de 2001 sugiere que la Ritalina tiene
el potencial de causar cambios a largo plazo, en la estructura y
función de las neuronas”.
Entre
los falaces argumentos utilizados para respaldar la administración de
anfetaminas a los niños, se dice que las dosis son demasiado “pequeñas”
para desencadenar los peligros que conllevan las drogas, tan ampliamente
conocidos.
Sin
embargo, las pruebas científicas que se van acumulando indican que esas
“pequeñas” dosis son también bastante peligrosas. Tal y como afirmó
Rochellys Dias, neurobióloga del Karolinska Institutet de Estocolmo en
septiembre de 2001 en Dagens Medicine: “El tratamiento con pequeñas
dosis de estimulantes del sistema nervioso puede llegar a ocasionar
alteraciones a largo plazo en aquellas partes del cerebro que rigen la
atención y memoria”.
Pero
los peligros de las anfetaminas no se limitan a la adición, lesiones
cerebrales y problemas de atención y memoria. Según se ha dado a
conocer, también causan problemas de corazón y otros daños fisiológicos,
como el cáncer.
Según
el Dr. Samuel Epstein, profesor emérito de medicina ambiental de la
Universidad de Illinois, la Asociación Médica Americana de Pediatras
“hace caso omiso de las claras evidencias de riesgo de cáncer que
implica la ingestión de Ritalina y los padres, profesores y enfermeras,
aparte de la mayoría de pediatras y psiquiatras, desconocen esa
información”.
Según
el informe de la Coalición para la Prevención del Cáncer de octubre de
2000, el Dr. Epstein se halla especialmente preocupado por la “creciente
incidencia de cáncer infantil, que es un 35% superior a la de las
últimas décadas”.
El
comunicado de la Colición especificaba “No existe justificación alguna
para recetar Ritalina, ni siquiera por parte de pediatras y psiquiatras
especializados, a menos que se haya informado debidamente a los padres
de que existe el riesgo de desarrollar cáncer.
De otro modo, recetar Ritalina constituye, indiscutiblemente, un delito de negligencia médica”.
Sin
embargo, durante el último año, esta máquina despiadada de hacer dinero
ha ofendido la sensibilidad de demasiada gente. En Estados Unidos,
muchos estados han aprobado resoluciones y leyes en las que se pide a
las escuelas que utilicen métodos no psiquiátricos para solucionar los
problemas académicos. Además, el tema se expuso en el Congreso de ese
país donde se han realizado investigaciones y estas van a continuar.
Por
otra parte, un creciente número de políticos, medios de información y
defensores de los derechos humanos, también acusan a la industria
psiquiátrica de estar motivada por el ánimo de lucro en lugar de
trabajar en pro de la salud mundial. El mercado de los psicofármacos ha
sido extremadamente lucrativo para los psiquiatras y laboratorios
farmacéuticos. Cierta información aparecida recientemente en los medios
de comunicación de EE.UU, muestran también cómo los psiquiatras que
investigan y defienden ciertos psicofármacos están siendo respaldados
económicamente por los laboratorios farmacéuticos.
Un enredado conflicto de intereses.
Un
informe publicado en una revista americana, por ejemplo, documentaba las
cantidades astronómicas de dinero público de los contribuyentes que
acaba en manos de los psiquiatras, y que está en proporción a la
cantidad de trastornos mentales que se “descubren”. El informe detallaba
también, cómo los psiquiatras que están patrocinados por las empresas
farmacéuticas promueven los productos de esas empresas en el tratamiento
de lo que ellos llaman trastornos.
Fuentes:
www.region.com
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